El abombamiento discal suele comprimir los tejidos vecinos y a veces también las raíces nerviosas y arterias. Produce inflamación e hinchazón local por el edema resultante de la compresión de las venas que no pueden reabsorber ni el agua ni los productos tóxicos catabólicos del trabajo de las células. También falta oxígeno por la compresión de las arterias.

Todo esto es un círculo vicioso que aumenta la compresión inicial agravando el cuadro. Esto empeora aún más si los músculos paravertebrales reaccionan de forma defensiva tratando de inmovilizar la zona dolorosa por medio de una contractura de los músculos de la parte baja de la espalda, la que aumenta la compresión e intensifica el dolor.

Cuando el disco comienza a sobresalir de la línea de las vértebras, puede ser generalizada en todo su contorno, el llamado “bulging”, o un abombamiento localizado generalmente hacia atrás y hacia un costado, más raramente suele ser hacia ambos lados.

Lo que se sale de lugar no es el disco, sino que se trata de una protrusión o abombamiento localizado en su pared que hace sobresalir al anillo fibroso por una brecha débil por rotura de sus fibras.