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Aneurisma de la arteria carótida interna

Los aneurismas carotídeos se localizan principalmente en la carótida interna distal, carótida común, bulbo carotídeo, por este orden. Son considerados aneurismas verdaderos aquellos que presentan un origen arterioesclerótico y son los más frecuentes.


Le siguen en frecuencia los pseudoaneurismas que suelen corresponder a pacientes con una cirugía previa carotídea, un traumatismo cervical, y en pacientes que han recibido radioterapia en ese territorio. Se presentan con algo más de frecuencia en hombres y excepcionalmente son bilaterales. Normalmente son asintomáticos, pero su complicación más frecuente y grave consiste en episodios embolígenos cerebrales con clínica neurológica desde accidentes isquémicos transitorios (AIT) a ictus y muerte.

Los aneurismas ventrales ó de la pared posterior de la arteria carótida interna ( ACI ) se definen como aquellas lesiones localizadas inmediatamente distales al anillo inferior y en relación con el origen de la arteria comunicante posterior (ACoP ), sin estar relacionada con ésta en forma directa; toman su origen directamente de la pared posterior de la arteria, como su nombre indica.

Algunos autores extienden su origen hasta las cercanías de la bifurcación carotídea.

A la vez, este tipo de aneurismas se pueden dividir en proximales y distales; cuando la lesión es de tamaño gigante y no puede precisarse con exactitud la localización del cuello, es difícil poder establecer si el aneurisma corresponde a una lesión medial (hipofisaria ) ó lateral.

Los aneurismas ventrales fueron descritos inicialmente por Drake posteriormente, diez años después, Yasargil y Fox hacen mención a este tipo de aneurismas complejos, lo mismo que Nutik y Heros.

ver Aneurisma de la bifurcación de la carótida interna

ver Aneurisma de la arteria carótida interna gigante

Lo más frecuente es la relación con la arteria comunicante posterior por lo que se estudian como aneurisma de la arteria comunicante posterior.

Los aneurismas intracavernosos predominan en mujeres de 60 años y son bilaterales en el 11-29% de los casos.

Entre los factores de riesgo se encuentran hipertensión arterial y el síndrome Ehlers-Danlos tipo IV.

De un 40% a un 80% de los pacientes se encuentran sintomáticos al diagnóstico, presentando oftalmoparesia, paresia del nervio abducens síntomas sensitivos orbitarios y faciales, pupila de Horner y menos frecuentemente neuropatía óptica isquémica o compresiva.

Los diagnósticos diferenciales incluyen cefalea en racimo, neuralgia del trigémino, neoplasias del seno cavernoso y miastenia gravis ocular.

El tratamiento comprende la ligadura de la arteria carótida interna, cirugía directa con exposición del seno cavernoso, oclusión endovascular con balón y más recientemente el microespiral desprendible de Guglielmi; aunque debido a las complicaciones de la terapéutica y la posibilidad de estabilización o remisión espontánea de la clínica, la indicación debería ser analizada en cada caso particular

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  • Última modificación: 2019/09/26 22:13
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