aneurisma_de_la_arteria_hipofisaria_superior

El aneurisma de la arteria hipofisaria superior se denomina con frecuencia aneurisma paraoftálmico o paraclinoideo, pero constituyen una entidad anatómica distinta.

Nacen del segmento C6 de la arteria carótida interna y desplazan el nervio óptico superiormente y la arteria carótida superior o súperolateralmente.

La extensión proximal del aneurisma se confina al piso de la base craneal, debajo del nervio óptico y surgen justo por encima del anillo dural de la curva media de la arteria carótida interna, en el lugar del origen de las arterias perforantes de la cara superior de la hipófisis, y no tienen relación directa con la arteria oftálmica.

Estas lesiones pueden extenderse medialmente debajo del quiasma (variante supraselar), o extenderse ventralmente a la apófisis clinoides anterior (variante paraclinoidea) (Day, 1990).

Son muy poco frecuentes (1% de los aneurismas intracraneales).

Parece que tienen mayor riesgo de sangrado y cuando se presentan suelen tener aneurismas en otras localizaciones.

Clínicamente pueden producir alteraciones visuales relacionadas con el efecto de masa sobre el nervio óptico o quiasma (Ferrell y col., 2011).

Además de la angiografía, la angio-TAC 3D se puede utilizar como una alternativa en todos los aneurismas que se encuentran cerca de la base del cráneo (Sakamoto y col., 2004).

El problema de identificar la arteria hipofisaria superior radica en que a menudo es demasiado fina para aparecer opacificada en los angiogramas cerebrales.

Generalmente están situados en la pared medial o inferomedial de la arteria carótida interna a nivel clinoidal o infraclinoidal y hay que distinguirlos del aneurisma del cavum de la carótida (Tanaka y col., 2002).

http://www.thebarrow.org/Education_And_Resources/Barrow_Quarterly/205264

Endovascular

Tienen la menor tasa de recurrencia con el tratamiento endovascular en comparación con aneurismas en otros lugares.

Debido a su seguridad y eficacia, la terapia endovascular se debe considerar el procedimiento de elección para el tratamiento de los aneurismas de esta localización (Chalouhi y col., 2012), especialmente en los de pequeño tamaño (Gurian y col., 1996).

Cuando no es posible tratarlo mediante este método se debe recurrir al método quirúrgico.

Quirúrgico

Especialmente los de proyección medial son un reto para acceder a través de una craneotomía pterional ya que se puede dañar el nervio óptico durante la cirugía (Kassam y col., 2007).

Generalmente se precisa una clinoidectomía anterior tras abrir el anillo dural.Esta etapa requiere un cuidado extremo para lo cual la cureta ultrasónica SONOPET puede ser de gran ayuda (Onoda y col., 2006), aunque también se ha realizado sin clinoidectomia cuando permite la visualización o se ha practicado con ayuda del endoscopio (Kinouchi y col., 2002).

Apertura de la cisterna supraquiasmática, donde se identifica la arteria comunicante posterior y la arteria oftálmica. Entre estas dos arterias y en la cara medial carotídea se suele identificar el aneurisma.

Por su configuración suelen precisar clips fenestrados (Yapor y Crowell, 1991).

El abordaje contralateral pterional para el abordaje de los aneurismas no rotos es técnicamente factible y segura en un grupo selecto de pacientes en los que los resultados óptimos se pueden alcanzar sin retracción significativa de las estructuras neurovasculares (Chen y col., 2012).

Los potenciales evocados visuales se pueden utilizar para ayudar a determinar si se puede sacrificar la arteria de forma segura (Goto y col., 2007).

Fotografía de la revista Free: Ide, Mitsunobu, Shinji Hagiwara, Noriko Tanaka, and Hirotsune Kawamura. 2002. “Bilateral Ophthalmic Segment ‘Kissing’ Aneurysms Presenting with Subarachnoid Hemorrhage–case Report.” Neurologia Medico-chirurgica 42 (10) (October): 427–430.

1.- Arteria carótida interna

5.- Aneurisma de la arteria hipofisaria superior

Bibliografía

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