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Las limitaciones más importantes de las GPC son, por un lado, el que las GPC no generan datos primarios, ya que se elaboran a partir de conocimientos aportados por la investigación clínica y por los estudios de efectividad de las tecnologías sanitarias y, por otro lado, el que un documento de recomendaciones cambie la propia práctica médica y que al final mejore los resultados clínicos de una determinada intervención puede ser una pretensión excesiva 1).

Puede parecer que la construcción de buenos protocolos clínicos es una tarea sumamente compleja, que difícilmente va a estar al alcance de cualquier grupo de profesionales o de instituciones asistenciales de pequeño tamaño. Este ha sido y sigue siendo un tema muy discutido. La construcción de protocolos puede ser, efectivamente, una tarea compleja y costosa, lo que ha llevado a múltiples agencias estatales y asociaciones profesionales y científicas de todo tipo a abordar su elaboración sistemática en el marco de macroproyectos que se asumen como parte de su misión como instituciones. La proliferación de las GPC ha sido espectacular. Todas las iniciativas son de gran valor y pueden utilizarse como referencia útil para su adaptación local. Sin embargo, la experiencia acumulada hasta ahora ha producido algunas enseñanzas de gran utilidad práctica. En primer lugar, la calidad de los protocolos no depende estrictamente de quiénes sean los que los elaboran, sino del rigor metodológico con que se aborde su elaboración. Desafortunadamente, el que los autores del protocolo sean una sociedad científica o una agencia estatal no garantiza necesariamente su calidad. En segundo lugar, la utilización de los protocolos precisa como mínimo de una adaptación local. Hace falta un sentimiento de «pertenencia» que no favorecen protocolos completamente elaborados en instancias superiores 2).

En España, la mayoría de las GPC tienen una serie de problemas, como que no conectan los cuidados especializados con los de atención primaria, ofrecen una gran variabilidad en cuanto a calidad, incluso con propuestas contradictorias para un mismo proceso, suelen considerar solo la efectividad y no observan el coste efectividad y, sobre todo, no consideran las preferencias de los pacientes.


1)
L. Guerra, A. Del Río. Guías de práctica clínica: ¿merece la pena su desarrollo?. Guías de práctica clínica e informes de evaluación, 1994, pp. 297-308
2)
Saturno PJ. Protocolización de actividades. Guías de práctica clínica. Concepto y características. Manual del Máster en gestión de la calidad en los servicios de salud. Módulo 5: Métodos y herramientas para el diseño de la calidad. Protocolización de actividades clínicas y diseño de procesos. Unidad temática 27. Universidad de Murcia, 2000. ISBN: 84-930932-3-8. Depósito legal: MU-379-2001.
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  • Última modificación: 2019/10/26 09:32
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