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Una formación basada en la superación y en el esfuerzo le llevó a dejar un puesto en el Hospital Virgen del Rocío para fundar su propia clínica dedicada a procesos neurológicos. La consulta del doctor Trujillo Madroñal es hoy de referencia para tratamientos muy delicados centrados en eliminar graves problemas localizados en el órgano vital más inaccesible, el cerebro. Poco después de intervenir a un paciente en el Hospital Quirónsalud Sagrado Corazón, donde dirige al equipo de Neurocirugía, el doctor Francisco Trujillo desvela las claves de su éxito.

-¿Cómo fueron sus inicios?

-Los comienzos fueron difíciles. Me decían que era un loco por dejar un puesto en la Seguridad Social para trabajar en lo privado. Era la época del doctor Albert y el doctor Revuelta, en Sevilla, que tenían gran prestigio. Era como tirarme a la piscina sin agua. Pasé muchos años en el desierto. Es necesario un gran esfuerzo y no dejar de hacer, por cansancio o porque no compensa, lo que crees que es productivo para el enfermo y para el equipo. Siempre hay que estar dispuesto para hacer aquello que beneficia al enfermo.

-¿Cuántos años ha dedicado a la neurocirugía?

-La especialidad la hice en 1973. Son ya 43 años.

-Un gran esfuerzo personal.

-Para hacer esta carrera se necesita un esfuerzo personal tremendo. Se fracasa en muchos proyectos.

-En ese tiempo ha puesto en práctica grandes avances.

-En mi unidad hemos vivido la evolución de la neurocirugía. Uno de los principales cambios fue la utilización del microscopio hace ya treinta años; hoy en día no podemos vivir sin microscopio en el quirófano. Otro salto importante fue el primer TAC, entonces estaba en el Virgen del Rocío. Y, después, la resonancia intraoperatoria y la neuronavegación, que permiten realizar cirugías que no serían viables sin esta tecnología.

-¿Tuvo apoyos al fundar el Instituto de Especialidades Neurológicas (IENSA)?

-El doctor Narros, el doctor Albert y yo hicimos una sociedad y fundamos la clínica. Ahora somos unos 26 en el equipo y abarcamos mucha patología. Nos potenciamos unos a otros. En el equipo están representadas todas las generaciones. Tener a jóvenes en un equipo es fundamental; siempre están empujando para avanzar.

-Alguna reflexión de lo que observa en consulta.

-A las personas mayores no hay que olvidarlas. Estamos donde estamos gracias a ellos.

-¿En qué ocupa su tiempo libre?

-Eso quisiera tener, tiempo libre. A veces me dicen que tendría que aflojar el ritmo, pero no sé cómo. En esta profesión no hay término medio, salvo que te consideres un funcionario. Esa nunca ha sido mi actitud, ni lo será. En el momento en que no pueda empujar el carro con fuerza, me bajaré y me retiraré definitivamente. Para ello tengo que tener a un equipo.

-Ocupa las 24 horas.

-Estamos permanentemente dispuestos a atender a nuestros enfermos. No concebimos que un enfermo llame a la consulta o a la clínica y no haya un neurocirujano al lado, sobre la marcha. Es clave.

-Esta atención requiere de un gran equipo.

-Hay que educar a los jóvenes en esta dedicación plena.

-¿Es la manera de trabajar de generaciones anteriores?

-Ni nosotros ni nuestro maestro, Pedro Albert Lasierra, concebíamos otra forma de trabajar. La neurocirugía está por encima de todo. Los que nos hemos educado de esta forma lo vemos como algo normal; ni siquiera consideramos que nos debieran pagar por esa dedicación.

-En procesos como el ictus la presencia del neurocirujano es clave.

-Lo es para todo. Hay procesos en los que, desde el punto de vista médico no va a pasar nada, pero desde el punto de vista humano, sí. La familia sufre mucho. Tengo siempre dicho en mi grupo que a los enfermos hay que venir a arroparlos.

-Un ejemplo.

-Un enfermo que lo encuentras recto mirando hacia el techo sin moverse. Al preguntarle “¿qué haces así?”, contesta: “Me han dicho que no me mueva”. Cuando le explicas cómo se puede mover y compruebas que va a dormir como si estuviera en su casa, me siento satisfecho porque le he evitado sufrimiento. Eso para mí es una urgencia. Hay urgencias vitales, médicas y humanas. Todas son importantes. El médico tiene que suplir todas las urgencias.

-La atención a la urgencia humana ¿se ha perdido?

-Allá aquel que la haya perdido.

-Personalidades, como la duquesa de Alba, confiaron en sus manos.

-Es muy curioso. La duquesa de Alba hizo que me conociesen muchísimo más, y me permitió entrar en un ambiente social, por tratar una de las patologías más simples que pueda tener en neurocirugía. En la vida hay que tener suerte, además de todo lo demás. Para tener suerte, hay que apostar.

-Estar en el lugar y el momento.

-Hay que estar en el punto de mira y tener suerte. Y no creértelo.

-En cirugía, los egos se retroalimentan, a veces.

-Es fácil que ocurra. Tocas cosas que no toca nadie. Cuando me dicen, doctor es como un dios; contesto: pues vengo del infierno ahora mismo. Todos los días eres el dios del enfermo que va bien y el demonio para el que ha ido mal o regular. No te lo puedes creer cuando estás en el cielo, ni sufrir muchísimo cuando estás en el infierno. Hay que mantener el equilibrio.

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  • Última modificación: 2019/09/26 22:25
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