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Juan José Barcia Goyanes (Santiago de Compostela, 26 de diciembre de 1901 - Valencia, España, 13 de julio de 2003) fue un médico anatomista, autoatribuido pionero de la Neurología, de la Psiquiatría y de la Neurocirugía en España, Decano y Rector en Valencia, escritor y humanista español.

Graduado de la Universidad de Valencia, es miembro de la quinta generación de médicos, que se han seguido prolongando en el tiempo, la mayoría de ellos profesores de Universidad y dedicados al cultivo de las ciencias neurológicas.

En dos ocasiones acompaña a su padre, que era médico militar al norte de África, donde inica su interés por la cultura árabe. Auténtico políglota, hablaba Español, Gallego, Valenciano, Portugués, Alemán, Francés, Inglés, Italiano, Sueco, Danés, Ruso, Griego moderno, Árabe y Polaco y conocia el Griego clásico, el Latín, Hebreo, Sánscrito y Persa. Habiendo publicado en la mayoría de estos idiomas.

Biografía

Barcia estudia el Bachillerato y la carrera de Medicina en Santiago de Compostela, España. Inicia la carrera de medicina en enero de 1918, cuando contaba 16 años, al lado de su abuelo Juan Barcia Caballero y desde el primer año fue alumno interno de Anatomía.

Terminó la licenciatura en 1922, ya que había adelantado un año, con excelentes calificaciones recibiendo el «premio Rodríguez Abaytúa» de la Real Academia de Medicina al mejor expediente de su país.

En 1925 leyó su tesis doctoral titulada Variedades atávicas y las detenciones en el desarrollo, estudiadas en el maxilar superior de los locos.

Barcia Goyanes obtuvo por oposición la plaza de profesor auxiliar temporal de Anatomía siendo alumno y colaborador del profesor Rodríguez Cadalso, que siempre consideró su maestro en esa rama.

Durante ese tiempo fue médico del sanatorio de Ángel Baltar Cortés, destacado cirujano de Santiago de Compostela que lo inició en la Cirugía. En 1926, cuando todavía no había cumplido los 25 años obtuvo por oposición la cátedra de Anatomía de la Universidad de Salamanca.

En 1929 se trasladó a Valencia para ocupar la cátedra de Anatomía. En ese año obtuvo por oposición la plaza de Jefe de Servicio de Enfermedades Nerviosas del hospital de Valencia.

El Hospital General de Valencia era de hecho el hospital Clínico.

En palabras de Barcia-Goyanes: «A López-Trigo acudí en busca de alguien que me resolviera los problemas que aquellos enfermos me planteaban. Y él se prestó amablemente a colaborar conmigo, y a que yo le ayudase en sus intervenciones, cosa que podía realizar perfectamente dada mi formación quirúrgica. La técnica que él usaba era bastante primitiva, empezando por el uso de suturas previas, en círculo, de la piel de la cabeza para disminuir la hemorragia del cuero cabelludo. Pero, lo peor del caso es que, si bien estaba habituado a abrir la calota, no lo estaba a penetrar por dentro de la duramadre, salvo la realización de alguna incisión para dar salida a un hematoma subdural. Por ello, en casos de tumor cerebral habíamos de contentarnos con dejar una descompresión, que apenas aliviaba temporalmente al paciente, pero que lo condenaba a una muerte irremediable. Así, al cabo de algunas intervenciones decepcionantes, me animé a realizarlas yo mismo previa lectura de cuantas técnicas existían por entonces, entre las cuales recuerdo la de Puusepp, el cirujano estonio que fue quien introdujo en Europa los procederes de Cushing».

A su llegada a Valencia Barcia Goyanes tuvo la ocasión de presentarse a las oposiciones que convocó la Diputación Provincial para plazas de jefes de sala del hospital provincial, entre las que estaba la de enfermedades nerviosas, cuyo titular anterior, ya jubilado, D. Germán Boned, no parece que hubiera prestigiado mucho, por lo que en principio no parecía muy atrayente, máxime porque en las salas (Sta. Balbina y Sta. Ana, de 22 camas cada una) se acumulaban ancianos achacosos, paralíticos, pacientes crónicos y terminales. Sin embargo, tenía la aureola de haberse construido en el solar del antiguo manicomio, el primero de Europa, auspiciado por el mercedario Fray Gilabert Jofré en el siglo xv, inmortalizado en el hermoso cuadro de Sorolla que se conserva en la Diputación de Valencia. Coincidió en esta oposición con el Dr. J.J. López Ibor, personaje que se decantaría por la psiquiatría, donde adquirió gran prestigio, y otro aspirante, el Dr. Climent del cuerpo de la Beneficencia Provincial.

Anexo a las salas, de hombres y mujeres respectivamente, se construyó un dispensario que se denominó desde entonces consulta de neuropsiquiatría. Después de convencer al entorno hospitalario de que el servicio no era un gerontológico, propuso que los acianos y los inválidos deberían repartirse equitativamente entre las demás salas.

La actividad del servicio, que por entonces no contaba más que con la asistencia de médicos voluntarios, hermanas de la caridad y un médico de guardia, era atender a pacientes afectados de enfermedades neurodegenerativas, tabes, parálisis general, Sodoku o enfermedad por mordedura de rata, etc. Los métodos terapéuticos eran escasos y se utilizaba la impaludización o método de Wagner von Jauregg.

Entre los pacientes empezaron a presentarse casos en los que era precisa una intervención quirúrgica: tumores cerebrales, hematomas agudos y crónicos, epilepsias, etc.

En noviembre de 1931 realizó su primera intervención, un caso de «Epilepsia traumática con largo período de latencia», caso que publicó en Crónica Medica en 19327, y que presentó como comunicación en la Sección de Neuropsiquiatría del Instituto Médico Valenciano el día 1 de diciembre de 1931.

He aquí descrita por él mismo la crónica interna de su primera operación: «Aquella intervención del 22 de noviembre hubo de realizarse por un neurocirujano improvisado y autodidacta, con la ayuda de un gastroenterólogo para el diagnóstico y de un ginecólogo como primer ayudante. Una anestesia por éter, gota a gota, un aspirador portátil que se rebelaba cada diez minutos, calentándose y exigiendo descanso; un bisturí eléctrico, más hecho para cortar que para hemostasiar al hacerlo; una imposibilidad para transfundir sangre, que no se pudo realizar de rutina hasta seis años más tarde, durante nuestra guerra. Y, en el postoperatorio, la inexistencia de antibióticos y sulfamidas, el frío glacial de las salas y la ausencia de asistencia técnica, que la familia o la visita esporádica de una Hermana debían suplir, ponían a prueba la resistencia del enfermo»4.

Después de aquella fue realizando otras; la segunda, de la que guardo la historia original, fue un tumor frontal. En conmemoración de la primera existe una placa que encargamos el Dr. Espin y yo, y que preside el quirófano de Neurocirugía del hospital, que él mismo descubrió con ocasión de las bodas de oro del servicio (1931-1981) y el homenaje que le tributamos (fig. 3).

La primera intervención. Placa conmemorativa en el quirófano de neurocirugía. Figura 3. La primera intervención. Placa conmemorativa en el quirófano de neurocirugía.

En 1933 presentó el caso en París, en el Congreso de la Sociedad de Neurología Francesa, presidido nada menos que por Pierre Marie en 1933. Aprovechando ese viaje visitó las clínicas de los Profs. De Martel y Clovis Vincent, famosos neurocirujanos del momento, para mejorar aspectos técnicos. De ese mismo año son las publicaciones «Tratamiento de la Neuralgia del Trigémino» (Crónica Médica, 1933) y «Compresión medular por neurinoma» (Revista de Cirugía de Barcelona, 1933), además de otras publicaciones de temas neurológicos.

Tres grandes obstáculos hubo de salvar en el entorno hospitalario añadidos a la dificultad de la naciente Neurocirugía: convencer al claustro del hospital de que su servicio era también quirúrgico y, por lo tanto, necesitaba quirófanos y alguna habitación de aislamiento; reclamar para sí los traumatizados craneoencefálicos, que constituían por entonces una no desdeñable fuente de ingresos extra, y en tercer lugar la renuencia de los familiares de los pacientes que morían en el hospital a que se les practicara la autopsia, método insustituible para progresar en el quehacer quirúrgico4. Llegó a crear un cerebroteca de más de un centenar de piezas, que desgraciadamente se han perdido, por pura desidia.

La Facultad de Medicina estaba adosada a él y los distintos servicios eran dirigidos por los catedráticos de las diferentes asignaturas, con excepción del servicio de Medicina y Cirugía que estaban duplicados y el mencionado de Neuropsiquiatría. Esta es la razón, por la que Barcia Goyanes enseñó Neurología hasta la inauguración del hospital Clínico en las instalaciones actuales en 1966.

En 1930 transformó el servicio de Enfermedades Nerviosas en Servicio de Neuropsiqiatría y Neurocirugía.

El 22 de noviembre de 1931, se dice que Barcia Goyanes realizó la primera operación neuroquirúrgica en España de que se tenga referencia, abriendo la duramadre, siguiendo las técnicas de Cushing y Dandy.

El estallido de la guerra Civil le sorprende en Santander, en cuya Universidad de Verano había iniciado un curso junto a su entonces alumno Lain Entralgo sobre medicina Psicosomática.

Al terminar la Guerra Civil Española, en sintonía perfecta con el régimen del dictador Franco, vuelve a Valencia y allí continua su actividad hasta su muerte. Al crearse el Consejo Superior de Investigaciones científicas, es nombrado Jefe de la Sección de Neurología del Instituto Cajal.

Fundó la Revista Medicina Española, la Revista Española de Neurooftalmología y Neurocirugía. Fundó con otros la Sociedad Luso-Española de Neurocirugía.

Fue además presidente en dos legislaturas de la Sociedad Española de Neurología y de la Sociedad Española de Anatomía y miembro de honor de varias sociedades europeas y americanas. Dirigió numerosas tesis doctorales.

Fue decano de la Facultad de Medicina de Valencia, España, desde 1945 hasta 1964 y durante su gestión se produjo el cambio decisivo en la Facultad. Logró la creación de la nueva Facultad de Medicina. Inauguró el nuevo hospital Clínico. Rescató la biblioteca Histórica, que había fundado su predecesor en el cargo el Rector Nicolás Ferrer Julve y, con la colaboración del profesor López Piñero, creó la nueva biblioteca y Hemeroteca.

Barcia Goyanes fue rector de la Universidad Literaria de Valencia en 1965 hasta su jubilación en 1971 y durante su rectorado se produjo una gran expansión de la Universidad.

Organizó numerosos Congresos y Reuniones, del que cabe destacar el Primer Congreso de Historia del País Valenciano, tan controvertido en la época que se organizó. Estuvo en posesión de numerosas condecoraciones y distinciones. Y por último, fue un excelente poeta y deportista.

Obra científica Títulos y Honores, JJ Barcia Goyanes Academias Académico de la Real Academia de Medicina de Valencia (Presidente y Presidente de Honor). Miembro de Honor de la Real Académia de Medicina de Barcelona. Miembro de Honor de la Real Academia de Medicina de Zaragoza. Miembro de honor de la Real Academia de Medicina de Galicia. Sociedades científicas Miembro de Honor de la Sociedad Italiana de Neurocirugía Miembro de Honor de la Sociedad Inglesa de Neurocirugía Miembro de Honor de la Sociedad Francesa de Neurocirugía. Miembro de Honor de la Sociedad Holandesa de Neurocirugía. Miembro de Honor de la Sociedad Portuguesa de Neuropsiquiatría. Presidente de Honor de la Sociedad de Neurocirugía de Levante. Miembro de Honor de la Sociedad Española de Historia de la Medicina. Miembro de Honor de la Sociedad Médico-Quirúgica de Alicante. Sociedad Luso Española de Neurocirugía Fundador y Presidente 5 . Presidente (dos veces) de la Sociedad Española de Neurología. Presidente de la Sociedad Valenciana de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía. Presidente de la Sociedad Española de Anatomía. Presidente de la Delegación en Valencia del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Anatomía

Las ideas fundamentales del pensamiento publicado por Barcia Goyanes se contienen ya en su temprana Monografía Los fundamentos científicos de la Anatomía. La vida el sexo y la herencia, publicada en 1928 que es en la acutualidad considerada, según López Piñero, como un hito fundamental de la morfología en la España del siglo XX.

En relación con este tema, publicó una serie de artículos y algunas de las ideas fundamentales se contienen también en su tesis doctoral, publicada en 1925. Dicha tesis sobre Las variedades atávicas y las detenciones en el maxilar superior de los locos, interesa por la excelente discusión entre lo que debe entenderse por signos de degeneración y por signos atávicos (una confusión característica de la época). Por haber descrito en el maxilar superior un hueso, que el denominó Hueso incisivo superior, que algunos anatómicos le han propuesto llamar “Hueso Barcia”, que por las características observadas le permiten concluir que es una variedad que se ajusta a la hipótesis de Le Double (1906) de que se trata de una variación regresiva que implica una detención del desarrollo. Y, que es la conclusión principal, que de las observaciones realizadas en los cráneos de los pacientes con Esquizofrenia, se deduce que las variaciones observadas indican que en estos pacientes hay un “retraso en el desarrollo” del cráneo.

El planteamiento de la anatomía para Barcia Goyanes, trasciende la “anatomía del cadáver” y comprende el cuerpo humano como “totalidad viviente”.

Barcia Goyanes también importa por la actualización de numerosos aspectos de la Anatomía del sistema nerviso. Destacando los trabajos sobre el tálamo óptico (1947), el más importante, de la anatomía del lóbulo temporal (1950), la vía auditiva (1954) y el titulado La operación de Ebin y nuestras ideas sobre la via piramidal (1950), una explendida lección de neurofisiología que se adelanta años a las interpretaciones actuales sonre la organización del sistema nervioso.

Pero la aportación fundamental de Barcia Goyanes a la Anatomía, se refiere al lenguaje anatómico. Su obra básica es Onomatología Anatómica Nova. Historia del Lenguaje Anatómico, en 9 Tomos, editada por la Universidad de Valencia. Esta obra recibe el nombre en homenaje al gran anatómico y humanista austriaco Joseph Hyrtl y su obra inacabada Onomatología Anatómica, en la que pretendía una renovación del lenguaje anatómico.

La intención del doctor Barcia Goyanes fue más ambiciosa, analizando el significado y el origen histórico de los términos anatómicos. Analizó más de 5.000 términos, 4.799 términos tomados del latín y del griego y 916, en el noveno tomo, procedentes del árabe o hebreo, que fueron más tarde traducidos al latín o gozaron del algún predicamento.

En esta publicación se da a cada término su definición etimológica, sinonímia e historia. Y cada término es además traducido a las lenguas más cultas, además del español, al portugués, francés, italiano, inglés, alemán, holandés, sueco, ruso, polaco, griego, árabe y hebreo. Esta obra es un auténtico diccionario anatómico, pero incluye numerosos estudios históricos. Esta obra alcanzó una gran difusión entre los expertos de España y del extranjero. Así la primera autoridad en la historiografía médica, E.H. Ackerknech escribión en la Revista Gesnerus, la más importante de crítica histórica médica, que Barcia Goyanes deja en la sombra, en todos sus aspectos, tanto las obras más antiguas como las más modernas de Skinner y Wain, calificando la obra como un “hito histórico”.

El análisis de la terminología anatómica lo llevó a publicar numerosos artículos sobre el lenguaje anatómico, en donde destacan los trabajos relacionados con la Medicina árabe y sus Monografías, la Anatomía en la Biblia y El Mito de Vesalio.

Sobre sus análisis sobre el Concepto de Forma, realiza dos trabajos fundamentales, Orientaciones actuales de la morfología (1949) y La expresión histórica del concepto de forma en Biología (1962), que es una lección fantástica de análisis histórico, describiendo lo que llamó la posición galénica, que se opone a las tradicionales de Platón y Aristóteles, que ofrece la mejor base para entender al hombre como ser vivo. Retrato del Doctor Juan José Barcia Goyanes

Neuropsiquiatría y Neurocirugía

Barcia Goyanes accede a la Cátedra de Anatomía de la Universidad de Salamanca en 1926 y allí se encarga de la docencia de Neuropsiquiatría de la licenciatura de Medicina y publica una serie de artículos sobre aspectos psiquiátricos, desde una prespectiva psicodinámica. En 1929 se traslada a Valencia donde ocupa la plaza de catedrático de Anatomía y oposita a la plaza de jefe de “Servcio de Enfermedades Nerviosas”, del Hospital Provincial. Este Servicio el es primero en el mundo en el que en un Hospital General se atiende a los enfermos Neuropsiquiátricos. Barcia Goyanes transforma el Servicio en 1931 con el nombre de Servicio de Neuropsiquiatría y Neurocirugía, al que añadió la Sección de Neurología del Instituto Ramón y Cajal del CSPC y una serie de Secciones. Y allí, en ese Servicio, trabajaron y se entrenaron, cultivadores de distintas especialidades relacionadas con el Sistema Nervioso (El Servicio de Neuropsiquiatría y Neurocirugía es en realidad un Servicio de Ciencias Neurológicas, adelantándose años a la tendencia actual).

Aportaciones a la neurocirugía

Barcia Goyanes se autoproclama como el verdadero introductor en España de la Neurocirugía, por varias razones: Por haber sido el primero en España en abrir la dura madre, según técnica de Cushing, en 1931¿?. Por haber iniciado la formación sistemática de especialistas en la materia¿?. Que culmina con su hijo Juan Luis Barcia Salorio, como primer catedrático de Neuropriquiatría de nuestro país. Por haber creado en 1944 la primera Revista de la especialidad y por haber fundado, junto con Almeida Lima y Vasconcelos Marqués de Portugal y Obrador, Ley y Tolosa de España la Sociedad Española de Neurocirugía (la segunda del mundo, detrás de la norteamericana), de la que fue el segundo presidente después del premio Nobel, Egas Moniz. Y durante la guerra Civil funda en La Coruña, en el Hospital Labaca, el primer hospital de Guerra en el mundo, dedicado exclusivamente a lesiones neuroquirúrgicas. Realizó una serie de aportaciones a la técnica de la Venticulografía, que en 1918 había propuesto Dandy, pero por vía parietal. Además propone sustituir la punción directa y utiliza un corcho, que es perforado con una aguja incandescente y a través de ello se punciona el celebro. Un tema candente en la época era la hipertensión endocraneal causada por los tumores cerebrales, que además de poner en peligro la vida del enfermo, entorpecía la acción quirúrgica. Barcia Goyanes propone la utilización de agua destilada fría. Finalmente propone utilizar la ventriculografía para reducir la hipertensión producida por los Tumores, dejando un cateter. Y en 1955 utiliza Arfonat, con esa finalidad.

En la época que se incició la neurocirugía en España no había en ningún hospital bancos de sangre, situación que se agravó con la posguerra y el problema de la coagulación la suplió Barcia Goyanes con el Dr. Montoro, logrando fabrica espuna de fibrina. Una preocupación constante fue dotar el Servicio con métodos de exploración que pudiera objetivar las lesiones del sistema nervioso. Por eso se crea una Sección de oftalmología, que pronto dio sus frutos en una serie de trabajos. Con la colaboración de Juan Luis Barcia especialmente desarrolla la Arteriografía.

Pero la aportación fundamental fue la creación y desarrollo de un método de exploración de la circulación celebral, la Palencefalografía, realizada con sus colaboradores Wenceslao Calvo y Juan Luis Barcia, llamada así del griego palein (vibración) ya que consistía en la recogida de las vibraciones cerebrales que se producen con la entrada de la sangre.

La primera publicación ocurrió en 1956 (cfr “Un nuevo métofo de exploración del encéfalo: La palencefalografía”), al que siguieron otras publicaciones en revistas nacionales y extranjeras y sirvió para realizar varias tesis doctorales. La importancia del método residía en la posibilidad de explorar la circulación cerebral de modo incruento, por lo que adquirió difusión en USA, ya que en esa fecha no era posible.

En el estudio de los tumores cerebrales, es conocido que, en contra de otras especialidades quirúrgicas, la neurocirugía empieza con el abordaje de la patología tumoral y esta es la razón de por qué Barcia Goyanes pronto se ocupara de estos temas. En 1934 publicó una serie «Tumores cerebrales», mostrando una mortalidad del 21% idéntica a la de Cushing, que era del 23%. En 1941 publica una monografía Los tumores cerebrales. La primera en España en la que incluye abundante casuística personal, poniendo al día esta patología.

En colaboración con W. Garra crea en el CSIC, una Sección de Neuropatología, que adquiere notable significación nacional e internacional. Al punto de que el Instituto Rockefeler solicita la colaboración del profesior Barcia Goyanes, quien cede por unos años al profesor Calvo. Y durante una temporada el profesor Zülch de Bonn remite a Barcia Goyanes especímenes tumorales para que sean estudiados en su servicio y muchos de ellos se publican en la famosa monografía sobre Tumores del profesor alemán.

Las aportaciones más interesantes de Barcia Goyanes en el campo de los tumores cerebrales se refieren a sus estudios sobre Meningiomas: la técnica de extirpalos. Pero también aporta otras observaciones, como meningiomas sin fijación en las meninges, meningiomas del foramen yugulare o malignización de meningiomas. En relación con lo anterior, Barcia Goyanes aísla, junto con Calvo Garra un tipo de tumor que denomina “Fibroma de plexos coroides”.

Un tema que le ocupó tempranamente fue el de los tumores de IV ventrículo, glioblastomas (1935) y los meduloblastomas. Al respecto G. Marañón propuso llamar “signo de Barcia Goyanes” al vómito en escopeta, con ausencia de otra sintomatología, al inicio de estos tumores en niños. Una patología de la que se ocupó en varios artículos es el de la Hidatidosis cerebral y el de la Cisticercosis; patologías ya desaparecidas en España. Y que al tema de los tumores cerebrales dedicó varios trabajos, cuyo estudio es exponente de una clara preocupación de información.

Aportaciones a la neurología Placa conmemorativa al doctor Barcia Goyanes en la finca donde vivió, en Valencia, España

Sus estudios sobre el dolor y su tratamiento: El tema del dolor lo abordó desde diferentes prespectivas. por lo que se refiere al dolor destanca el trabajo publicado en 1964 (cfr. Evolución de nuestras ideas sobre el dolor) porque es en esa fecha cuando comienza a conocerse hechos decisivos al modo como en la actualidad se plantea su significado. El dolor deja de ser una experiencia, para ser entendida como un lenguaje que debe ser aprendido. Barcia Goyanes comenta muchos de los estudios de aquella época y hace una interpretación de aspectos del papel de la corteza a partir de su propia experiencia con la leucotomía unilateral.

La segunda publicación es un bello trabajo donde analiza los términos utilizados en diferentes lenguas (cfr. La expresión del dolor y la enfermedad en las diferentes lenguas, 1977), donde utilizando la variedad de idiomas y lenguas por él conocidas, estudia los términos que se utilizan para designar el dolor en difeentes lenguas e indaga el origen de las mismas. Sus conclusiones son interesantes para una indagación antropológica de la enfermedad humana.

El dolor es una experiencia primaria, porque no ha necesitado de una elaboración conceptual y ello justifica que los términos utilizados por los primitivos, de los cuales derivas muchas de las expresiones actuales, procedan no de palabras sino de sonidos. Sólo algunos derivan de experiencias penosas producidas por el dolor, tales como pena, castigo, miseria; algunos de las cuales tienen un profundo sentido como ha mostrado la investigación psicoanalítica.

Publicaciones

  El mito de Vesalío Escrito por Juan José Barcia Goyanes (1994).
  Cinc segles i un dia Escrito por Juan José Barcia Goyanes (2000).
  Onomatología anatómica nova: historia del lenguaje anatómico Escrito por Juan José Barcia Goyanes (1978).
  Los fundamentos científicos de la anatomía: La vida, el sexo y la herencia Escrito por Juan José Barcia Goyanes (1928).
  Los tumores cerebrales Escrito por Juan José Barcia Goyanes (1941).
  La nómina anatómica de Jena (I. N. A.): y su concordancia con la nomenclatura anatómica usada en España Escrito por Juan José Barcia Goyanes, Carlos Recio Amat (1948).
  Las correcciones de Vesalio a la Anatomía de Galeno (1980). Med. Esp. 79: 1-16.

—- La Escuela de Barcia Goyanes El concepto de escuela se ha ido desvaneciendo a lo largo de los años y de la evolución de las especialidades médicas, pero aún más de las quirúrgicas.

Cuatro, creo, que son las razones de ello: la desaparición de las grandes figuras de la medicina; la fragmentación de los conocimientos aun dentro de la misma especialidad; la forma en que se realiza actualmente la formación de los especialistas, y, finalmente, la globalización de los conocimientos tanto a través de los medios de comunicación como por la facilidad de desplazamiento a cualquier lugar del mundo para la formación continuada.

En el caso de Barcia Goyanes el concepto de escuela tampoco ha sido demasiado específico. Él mismo comienza por decir, en una de sus obras poéticas, «Me llamaron Maestro; nunca por tal me tuve»20, y, además, sus diversas facetas del saber hicieron difícil la dedicación y calificación de una única escuela. Por eso a continuación expongo una lista de las personas, aparte de algunas ya citadas, que recibieron de él su fértil influjo de forma directa, ya sea en la neurocirugía como en otras ramas del saber.

Anatomistas: L. Zunzunegui Freire, C. Recio Amat que fue además neurólogo; L. Jiménez-González; J. Moncayo Marqués; R. Calabuig Campos, también neurólogo; J. García-Sebastiá, que fue cirujano; F. Prosper Bru, que se dedicó a la urología, F. Pallardó Salcedo, también fisiólogo y psiquiatra.

Neuropsiquiatras: A. Llorens García, J.M. Vazquez Mazón, A. Alfaro Giner, V. López Rosat, J. Galdámez, J. Roselló Sastre, J. Plasencia Llopis.

Neurocirujanos: J. Cabanes Pecourt, R. Giner Martí, R. Alcaraz Hurtado, M. Aso Carranza, E. Gabás Vilella, Hassan Katramiz, J.M. Gallego.

Psiquiatras: E. Amat Aguirre, J. Sempere Leonarte, J.M. Morales Meseguer, V. Monleón Monzonís.

Oftalmólogos: J.L. González Tomás, D. Pita Salorio, S. Rahhal.

Lista que sin duda está incompleta, pues está la de los numerosos discípulos, doctorandos, académicos.

Finalizamos este artículo con sus propias palabras:

¿Y piensas, pobre viejo, que alguien querrá escucharte?

—No lo sé, cual no lo sabe, al soltar sus vilanos

el árbol, hacia donde volarán con el viento.

Mas caerá acaso alguno sobre la blanda tierra

y la lluvia y el sol harán se trueque en árbol.—

(J.J. Barcia Goyanes, 1996)


El estallido de la guerra civil le sorprendió en Santander, junto con D. Pedro Laín Entralgo, en unos cursos del Colegio Cántabro y una visita a la Casa de Salud de Valdecilla. Ambos tuvieron que escapar en un buque alemán a sus respectivos destinos (véase Descargo de conciencia de Pedro Laín [1976] y La Saga de los Barcia [2003])4.

A su llegada a la Coruña, entre otros avatares, fue destinado como médico militar al Hospital Labaca, para heridos de guerra, donde pudo realizar diversas intervenciones neuroquirúrgicas y adquirir experiencia, sobre todo en la cirugía de los traumatismos de los nervios, como le ocurriría más tarde a H.J. Seddon en la Segunda Guerra Mundial.

A su vuelta el Servicio reemprendió sus actividades, dentro de las dificultades propias de la posguerra, sobre todo para obtener el material quirúrgico, sometido a estricto control aduanero y a la disposición de divisas. Esta carencia aguzó el ingenio y así el Dr. Montoro, analista y encargado de las transfusiones, consiguió elaborar él mismo una espuma de fibrina como hemostático, cuya experiencia se publicó en la revista española de Oto-Neuro Oftalmología y Neurocirugía (1949, número 41, en colaboración con el Dr. J. Espín).

Los colaboradores del servicio aumentaron, sin embargo, en número, y aunque a menudo con escasas retribuciones, contribuyeron a desarrollar de forma definitiva el que ya sería servicio de Neurocirugía, motor de las demás actividades. Al Dr. García-Guijarro, gastroenterólogo, pero colaborador del servicio desde las «primeras horas» se unieron otros muchos. Siempre hubo algún oftalmólogo, ya fuera por el interés de formarse en neurooftalmología o por el mero afán de ampliar su campo e investigar; así, el Dr. Moreu González-Pola, que sería después catedrático en Santiago, el Dr. Rubio Camarasa, Dr. Selfa y, ya más tarde, los Dres. J. González-Tomás, que sería jefe del servicio de Oftalmología de la Seguridad Social, y D. Pita Salorio, que ganó la cátedra de Oftalmología de Barcelona. Otólogos como Luis García Ibáñez, introductor de la otología microscópica en España, y José Gisbert Alós, adelantado de la Logopedia en nuestro país.

Entre los colaboradores del servicio: Vicente Vento Ruiz, se inició en la anestesia, que fue a perfeccionarse a Barcelona en las técnicas anestésicas, convirtiéndose en uno de los primeros neuroanestesistas de España. Siempre colaboró con el servicio, máxime en los años 1970, en que se creó y quedó a su cargo el servicio de anestesia y la unidad de reanimación, casi siempre copada por pacientes neuroquirúrgicos.

La electroencefalografía también nació en el servicio en la posguerra: Juan José Gómez García, uno de los primeros alumnos internos del servicio, se dedicó a esta tarea, inicialmente con un modesto aparato monocanal Garceau-Junior, donado al Museo de Medicina de la Facultad, dando después amplia resonancia a esta incipiente especialidad, a la que con el tiempo se sumarían otros especialistas, como los Dres. Leopoldo López Gómez, J. Sancho Rieger y F. J. López-Trigo, que con el impulso del Dr. Espín, otro de los primeros y brazo derecho del Prof. Barcia, daría progresión a la sección de Neurofisiología.

Con la ayuda del CSIC (sección de Neurología del Instituto Cajal) cuyo jefe era el Prof. Barcia, se amplió el personal del servicio dando lugar a que el Dr. Wenceslao Calvo Garra iniciase con la inestimable ayuda de las laborantes Srtas. V. Broch y C. Vicent la neuropatología en el servicio donde llegó a obtener una gran experiencia, sobre todo en la biopsia «a pie de quirófano» y a alcanzar un merecido prestigio que le valió ser contratado mas adelante por la Organización del Tratado de Atlántico Norte (OTAN) en Canadá y Alemania. Su monografía «Los tumores encefalomedulares», publicada en 1954 por Archivos de Morfología9, refleja su experiencia a lo largo de muchos años en el servicio.

Al frente del laboratorio estaba la Dra. D.ª Teresa Bataller Salleé, que convirtió el rutinario laboratorio en un auténtico centro de investigación clínica. La neurorradiología se realizaba en el antequirófano bajo la supervisión del Dr. J. Celma Hernández.

En la revista Anales de Neurología, en una edición de 194710, se puede ver la siguiente estadística: entre 1940 y 1946 se efectuaron 499 operaciones, 210 de tumor cerebral; 30 de epilepsia sintomática; 91 neurotomías retrogasserianas; 61 laminectomías; 9 abscesos cerebrales; 19 de nervios periféricos, y 79 de otras afecciones (hidrocefalia, meningocele, aracnoiditis, etc.), con una mortalidad global de 54 (10,9%).

En esta misma revista se cita al staff:

• Director: Prof. J. J. Barcia-Goyanes; Jefe de Clínica: Dr. F. García-Guijarro; Ayudante: Dr. C. Recio Amat; Jefe del Laboratorio: Dra. Bataller Sallée; Becarios: Dres. M. Bordes-Valls; J. G. Sancho-Ripoll; W. Calvo-Garra. Practicantes: A. López Fita; R. Martínez Ruiz; C. Sanmartín; Preparadoras: Señoritas V. Broch y C. Vicent; Mecanógrafa: Señorita I. Novella; Alumnos Internos: J. Abad Regolf; J. Almela Escuriola; S. Barcia Pujol; V. Castañer Garrigues; J. Espín Herrero; M. Forcada Más; J. Gisbert Alós; A. Gómez Agüera; J. J. Gómez García; F. Ivars Moreno; M. Longás Izquierdo; V. López Rosat; A. Llorens García; E. Olmeda Sevilla, J. Ortells Abad; L. Pablo Safont; J. Plasencia Llopis; J. Roselló Sastre; A. Sánchez Cervera; M. Soler Gimeno; M. Soriano Edo; I. Zunzunegui Freire (fig. 5).

Hermanas de la Caridad: Sor Concepción Ayet Lahoz; Sor Nuria Barceló Camps; Sor Ángeles Franquers Roca.

Enfermeros: Dolores Cortell Cháfer, Josefa Hidalgo García, Guadalupe Dualde López, Andrés Sánchiz Maroto.

Muchos de ellos obtendrían diversas plazas de neuropsiquiatría, anatomía o en otras especialidades.

Poco después, en la que podríamos llamar segunda etapa o generación del servicio, que cabe situarla en 1956, cuando se le da al servicio categoría de Servicio Regional de Neurocirugía de la Seguridad Social, ocupando 90 camas, se integrarían los Dres. P. Malabia, Max Villena, J.L. Barcia Salorio, J. Sempere Leonarte, E. Amat Aguirre y D. Barcia Salorio que se formaron en todas las parcelas de las que se componía el servicio para acabar siendo neuropsiquiatras, como se denominaban entonces las plazas de la Seguridad Social o psiquiatras, con una formación integral en las enfermedades del sistema nervioso.

El Dr. J.L. Barcia-Salorio sería, tras su formación en el extranjero (Suecia, Alemania) el que daría impulso a la neurorradiología, a la naciente neurocirugía estereotáxica, diseñando sus propio modelos de guía estereotáxica e iniciando la «microcirugía» (o cirugía con microscopio), así como, más tarde, la radiocirugía.

Las revistas El Prof. Barcia fue miembro del Consejo de Redacción de la revista Crónica Médica, dirigida por el Dr. D. Juan Peset y, además, asiduo colaborador, ya que la mayoría de sus trabajos iniciales de neurología y neurocirugía vieron la luz en dicha revista, que ya iba, en el año 1932 por su año xxxvi, número 778. Era una excelente revista con un índice bibliográfico nacional y un apéndice farmacológico.

En el año 1938, con España aún dividida, las publicaciones médicas existentes en la España Nacional se reducían a una, que se publicaba en Granada, desaparecida la ya citada Crónica Médica. Fue en esta época cuando un editor, José M. de Barbáchano, le propuso la creación de una revista de medicina a imagen de una revista técnica que este promotor poseía llamada Metalurgia y Electricidad y que prácticamente se autofinanciaba con los anuncios que contrataba. El primer número salió en noviembre de 1938 con el nombre de Medicina Española en La Coruña. Como secretario de redacción figuraba Luis Couceiro, compañero y amigo del Prof. Barcia, especialista en Aparato Digestivo, que lo fue hasta el otoño de 1939, mientras la revista se publicó en La Coruña. El consejo de redacción lo formaban: Carlos Giménez Díaz, José Goyanes Capdevila, J. Puig Sureda, Fernando Enríquez de Salamanca, Casimiro Población, Leonardo de La Peña, Antonio García Tapia, Emilio Díaz Caneja y E. Larrú. Como redactores: Álvarez González, López Sendón, Pedro Pena Pérez y Pérez Argilés de Santiago. F. Beato, Leopoldo Calvo, Rafael Fernández Obanza y Carlos Colmeiro, de La Coruña. Juan Bosch Marín, Francisco García-Guijarro, Pedro Laín Entralgo y Juan José López Ibor, de Valencia. Lamelas, Usandizaga, García Miranda y Sánchez Lucas de Santander. Vara López, de Burgos. Antonio Llombart, de San Sebastián, y Gil y Gil de Madrid.

Medicina Española tenía 126 páginas, con sección bibliográfica con referatas de revistas y libros, siguió publicándose sin interrupción hasta 1985, es decir, 47 años, alcanzando el número 495. Fue adquirida en propiedad conjunta por el Prof. Barcia y la Fundación García-Muñoz de Valencia en 1939 bajo el nombre de la editorial Saber, que cambió al pasar la propiedad al Prof. Barcia con los Dres. García Brustenga, Antonio Clavero y al Sr. Aspas Paricio. a editorial Facta. El Dr J. Espín fue muchos años subdirector de la revista y contribuyó, tanto en esta como en la Revista Española de Oto-Neuro-Oftalmología y Neurocirugía a su supervivencia aportando muchas recensiones y puestas al día en cada número.

La Revista Española de Oto-Neuro-Oftalmología y Neurocirugía fue fundada por el Prof. Barcia en 1944 para dar cauce a las cada vez más numerosas publicaciones de neurología y neurocirugía. La elección de tal nombre fue debida a 2 circunstancias:

• De una parte, la resistencia del entonces director general de Prensa y Propaganda a admitir más de una revista de la misma especialidad: existía entonces, aunque de momento había suspendido su publicación, que luego reanudó, la fundada por Ortega y Gasset, Lafora, Sacristán y otros: Archivos de Neurobiología con sede en Madrid y por ello no se concedía permiso para otra revista de neurología pura que era la intención de dicha publicación, con el añadido de la neurocirugía.

• Por otra parte existía en aquellos años un movimiento hacia la coordinación de las 3 especialidades descritas, movimiento que en España auspiciaba Antonio Subirana de Barcelona.

Así en el primer número Subirana mismo publicó un artículo en el que hacía historia del movimiento antes aludido y el estado actual de la coordinación. El tiempo demostró que esta era solo aparente y, en realidad, salvo las puntuales «Notas breves» de Oftalmología del Prof. D. Marcelo Carreras, catedrático de Oftalmología en Valencia en los años 1960, pocos fueron los trabajos neurootológicos y neurooftalmológicos que se publicaron en ella, porque los oftalmólogos, sobre todo, publicaban en la revista que editaba su sociedad. Quedaron pues, para la nuestra los trabajos de neurología y neurocirugía, sobre todo estos últimos, que se mantuvieron en número suficiente para la necesidades de la publicación. Una buena parte de la historia y evolución de la neurocirugía en España está escrita en esta revista, que acabó cuando desapareció la tutela de su creador pese a que sus sucesores hicimos lo que pudimos hasta en año 1979-1980. El nombre de oto-neuro-oftalmología fue, al final, una rémora para que fuese adoptada como órgano oficial de la Sociedad Luso-Española de Neurocirugía (SLEN), pese a que las ponencias y comunicaciones de la sociedad se publicaban en ella en forma de suplemento con el sobrenombre de Neurocirugía Luso-Española y se había nombrado como director de ésta al Dr. S. Obrador, como secretario al Dr. Ortiz Gonzalez, en el comité de redacción estaban, junto al Dr. J.L. Barcia-Salorio, los Dres. F. Isamat, E. Lamas, Amaral Gomes y Sanchez Juan.

En 1941 comenzó a publicar otra revista: Archivo español de Morfología, de la cual era propietario el CSIC y que aparecía como órgano de la Sección de Neurología del Patronato Ramón y Cajal, de la cual era jefe. En realidad su presumible contenido cuadraba mejor en una sección o instituto de morfología. La revista llegó a alcanzar un gran prestigio en toda la península, después de veintitantos años dejó de publicarse, como siempre por falta de presupuesto.

Aún en 1947 comenzó otra publicación, Anales del Servicio de Neurología10, dedicada a las actividades del propio servicio. Gracias a su primer número puedo referir de primera mano muchas de las cosas de este artículo. El Dr. Espín quiso darle continuidad más adelante, en lo que se constituyeron los anales del servicio, pero no pasaron de unos resúmenes de la actividad del mismo, aunque tienen un inapreciable valor histórico (fig. 6).

No vamos a tratar aquí sino algunos de los trabajos que publicó el Prof. Barcia, bien por su relación con la Neurocirugía o por su especial relevancia. Lo que sí que hemos hecho es un esquema (tabla 1) de casi toda su obra escrita que deja ver las diversas facetas médicas y no médicas que cultivó.

No fue el Prof. Barcia un prolífico escritor, y así lo reconocía en algunas ocasiones. Esto fue, indudablemente, a causa del intensivo pluriempleo y cargos que detentó a lo largo de su vida. Una parte no pequeña de su producción científica y humanística se encuentra repartida entre los numerosos discursos, conferencias, contestaciones a discursos de las Reales Academias, pero, de momento, la recogida de estos magistrales opúsculos que preparaba con gran interés y dedicación no serán objeto de este ensayo.

La gran obra de Barcia Goyanes fue, sin duda, la que se reservó para ocupar los años que el llamó nestóreos y que vio culminada, aunque la edición informática esté aún en proceso: la Onomatología Anatomica Nova. Historia del lenguaje anatómico, obra en 10 tomos (secretariado de publicaciones de la Universidad de Valencia. Valencia, 1978-1992). En ella realizó un exhaustivo estudio histórico-lingüístico del lenguaje anatómico, obra que no se había replanteado desde hacía un siglo, desde la aportación del vienés Joseph Hyrtl11 a quien va dedicada simbólicamente la obra.

En cuanto a la obra neuroquirúrgica cabe destacar junto a los ya citados trabajos primerizos de Crónica Médica en 1931, un libro titulado Tumores cerebrales publicado en 194212, donde se describían de forma didáctica los conocimientos clínico-quirúrgicos del momento sobre esta parcela, que con el tiempo se habría de convertir en uno de los grandes temas de la neurocirugía. Su difusión no pudo ser muy amplia ya que por entonces pocos eran los interesados en esta materia tan novedosa que aún era negada por algunos catedráticos de medicina. De su cuantiosa experiencia y casuística nos aprovechamos muchos de sus discípulos; así, D. Barcia-Salorio y E. Amat publicaron una extensa y novedosa monografía sobre «Las Aracnoiditis»13; J.L. Barcia-Salorio y J. Cabanes publicaron la casuística del servicio de «Tumores intraventriculares»14; W. Calvo y J.L. Barcia-Salorio hicieron estudios estadísticos acerca de los datos benignidad/malignidad de los tumores encefalomedulares15; en mi caso tuve la ocasión de publicar con él un trabajo sobre «Mareo y vértigo»16 basado en la cuantiosa casuística de su clínica privada, así como un trabajo acerca de la semiología del EEG en los tumores cerebrales17. Podrá decirse que, en muchos de aquellos trabajos hubiera sido delicadeza citarlo al menos, como se hace ahora, en último lugar, o bien podría haber exigido su firma como hicieron otros jefes de servicio. Pero él jamás lo hizo así.

La palencefalografía fue un método que se puso en marcha en el servicio siguiendo una idea de W. Calvo, a la que J.L. Barcia-Salorio daría su soporte técnico y fundamento físico-matemático. El nombre de la técnica fue propuesto por J.J. Barcia Goyanes de la raíz griega «pallein» (agitar, vibración), rebautizada en Marsella por el Prof. Fischgold como «L’auscultation cérèbrale». Esta técnica dio lugar a muchos trabajos, y prometía ser un buen método de estudio de la circulación cerebral, pero fue superado en su camino por las nuevas técnicas de imagen y medición (Doppler, SPECT, PET, etc.)18.

Ya se han mencionado algunas de las muchas sociedades a que perteneció el Prof. Barcia Goyanes. En este artículo solo vamos a ocuparnos de las sociedades en las que intervino directamente como cofundador: la SLEN de Neurocirugía y la Sociedad de Neurocirugía de Levante.

En abril de 1947 se celebró en Lisboa el Congreso de la British Society of Neurological Surgeons, y a él asistieron, entre otros muchos cirujanos del mundo entero, Pedro Almeida Lima, Antonio de Vasconcellos Marques, Adolfo Ley Gracia y Sixto Obrador Alcalde. Un cambio de impresiones les llevó a plantearse la conveniencia de crear una sociedad que agrupase a los neurocirujanos de las 2 naciones peninsulares. En una carta de Almeida Lima comunicó al Prof. Barcia esta idea, y en una de sus cartas en las que aceptaba su invitación, decía así: «Meu caro Professor Barcia Goyanes: Foi com muito prazer que recebí a sua tao amável carta. A sua concordância com o proyecto de Sociedade de Neurocirurgia assegura o éxito dessa ideia que nasceu da troca de impressoes entre mim, Ley e Obrador e do desejo de encontrar un um pretexto de nos voltarmos a reunir com os restantes colegas hespanhois que se interessam pelos problemas da neurocirurgia e dos neuro-cirurgioes». Pocos días después –refiere Barcia-Goyanes– apareció una circular dirigida a un cierto número de colegas interesados por el tema. La misma iba firmada por Almeida Lima, Marques, Obrador y yo. No pasó mucho tiempo sin que Eduardo Tolosa me enviase una copia de la carta que con fecha de 4 de junio había enviado a Obrador, lamentando el verse excluido del comité organizador. La carta, bastante larga, exponía una serie de razones por las que consideraba debería figurar en el mismo. Todos los firmantes de la primera circular lo reconocimos así. Se trataba de un olvido involuntario motivado tal vez por la premura en poner en marcha la idea inicial. Subsanado este se constituyó la sociedad. El acta fue firmada en Barcelona el día 1 de abril de 1948, dice así: «El día 1 de Abril de 1948 tuvo lugar en Barcelona la primera reunión de la SLEN en el local de la Casa del Médico y con la asistencia de los siguientes especialistas que habían acudido al llamamiento de la comisión organizadora: profesor P. Almeida Lima, Prof. J.J. Barcia Goyanes, Dr. M. Bordes Valls, Dr. E. Díaz Gómez, Dr. M. Gallego, Dr. J. Gama Imaginario, Dr. A. Ley Gracia, Dr. E. Ley Gracia, Dr. S. Obrador Alcalde, Dr. A. Pinto, Dr. J. Pons Tordera, Dr. A. Rodríguez Arias, Dr. J.G. Sancho Ripoll, Dr. V. San Sebastián, Dr. E. Tolosa Colomer, Dr. P. Urquiza y Dr. A. Vasconcellos Marques».

Poco hay que añadir a lo que está escrito en la página web de la sociedad19. Hay que añadir que la nuestra fue una de las primeras sociedades de neurocirugía de Europa. Finalmente, me limitaré a 3 pequeñas aportaciones, 2 de ellas referidas por el propio Prof. Barcia:

Dice así la primera:

«El Dr. Egas Moniz fue elegido Presidente Honorario, lo que fue un acierto indiscutible, pero no lo fue menor el del primer presidente efectivo (Almeida Lima). Su nombre va unido a dos de los adelantos más importantes de la Neurocirugía: la arteriografía encefálica y la leucotomía. Y pienso –sigue el Prof. Barcia– que ha sido una injusticia el que no se le haya asociado a Egas Moniz en la concesión del Premio Nobel con que este fue merecidamente honrado. Si la idea de ambos procederes fue del gran neurólogo portugués, su realización es obra de su compatriota. Al realizarlas, no puso en acción únicamente su habilidad quirúrgica, sino que aceptó la enorme responsabilidad de realizarlos por vez primera en seres humanos. De haber fracasado es seguro que hubieran caído sobre el las más duras críticas.»

La segunda es un íntimo homenaje al hombre que fue secretario perpetuo de la Sociedad y que, por ello, paradójicamente, nunca fue su Presidente: Sixto Obrador. De él dice: «Y es obligado rendir un tributo a quien, como él, desde el año 1947 hasta su muerte fue alma de todo el movimiento neuroquirúrgico de nuestra patria, y eficaz enlace del mismo con las sociedades extranjeras de la especialidad»4.

Concluyó con 2 pequeñas enmiendas a la citada página electrónica19. En la línea trigésima se menciona al Dr. Millatti, donde debe decir Milletti. En la cuadragésimo sexta, y seguramente a causa de las meigas, aparece Barcia Gollanes, cuando hasta entonces se ha escrito varias veces correctamente Goyanes. Deben corregirse.

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  • Última modificación: 2019/09/26 22:30
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