El término “agresivo” se refiere a un enfoque terapéutico en el que se aplican medidas intensivas y enérgicas para tratar una afección médica. En el contexto neurológico, un enfoque agresivo puede ser necesario en algunas situaciones para tratar afecciones graves que ponen en peligro la vida del paciente, como en los casos de:

Accidente cerebrovascular (ACV) agudo: en algunos casos, se puede utilizar un enfoque agresivo para tratar el ACV, como la trombolisis, que consiste en disolver el coágulo que está obstruyendo la arteria cerebral para restaurar el flujo sanguíneo al cerebro.

Hemorragia subaracnoidea (HSA) aguda: se puede utilizar un enfoque agresivo para tratar la HSA, como la cirugía para reparar el aneurisma que está causando la hemorragia.

Traumatismo craneal grave: en algunos casos, se puede utilizar un enfoque agresivo para tratar el traumatismo craneal, como la cirugía para aliviar la presión intracraneal.

Convulsiones refractarias: cuando las convulsiones no responden al tratamiento convencional, se puede utilizar un enfoque agresivo para controlar las convulsiones, como la sedación y la intubación.

Tumores cerebrales malignos avanzados: se puede utilizar un enfoque agresivo para tratar los tumores cerebrales malignos avanzados, como la quimioterapia y la radioterapia.

Es importante tener en cuenta que un enfoque agresivo puede conllevar mayores riesgos y efectos secundarios, por lo que la decisión de utilizar este enfoque debe basarse en una evaluación cuidadosa del riesgo-beneficio y en la discusión entre el médico y el paciente (o su familia).